Joan Baptista Humet i Climent (Navarrés, Valencia, 4 de enero de 1950 – Barcelona, 30 de noviembre de 2008) fue un compositor, músico y cantante español. Cantautor de corte singular, sus composiciones e instrumentación lo han desmarcado, desde sus inicios, de la canción de autor clásica. De cultura bilingüe, su obra consta de trabajos en castellano y en catalán.
Nacido en el pueblo valenciano de Navarrés, al poco tiempo se traslada a Tarrasa (Barcelona), ciudad catalana donde se encuentra afincada su familia. Hijo de un industrial del sector textil que tras la crisis industrial catalana de los años 50 tiene que vender su negocio. En 1968 se traslada a Barcelona con el fin de estudiar Arquitectura, pero la música y el arte de Joan Manuel Serrat, que en esa época ya emergía junto a otros cantautores, cambian su vocación y empieza a componer y a cantar sus propias canciones.
En 1968, con 18 años canta por primera vez en un teatro en Tarrasa, lo hace junto a Serrat. Las posibilidades en esos momentos eran magníficas para la Cançó catalana. Durante dos años actúa como telonero en los conciertos de Lluís Llach. Pero desde el primer momento Joan Baptista Humet tenía claro que con sus canciones lo que quería expresar eran sentimientos y sensaciones, huyendo de la política, pero sin dejar de lado las circunstancias sociales siempre vistas desde el lado más humano.
Desde el comienzo de su vida artística la calidad de sus composiciones lo destacan como uno de los cantautores más respetados de España, sobre todo teniendo en cuenta que fue uno de los pocos artistas, junto a Joan Manuel Serrat, en mantener el bilingüismo en su obra, en tiempos de la dictadura y la transición española.
Joan Baptista Humet como artista se caracterizó por su estilo propio, sin etiquetas que pudieran enmarcarlo en una clasificación definida. Se trataba de un cantautor ajeno a grupos o corrientes, que durante toda su vida artística fue técnicamente por delante de su tiempo.
Julio Iglesias, Rocio Jurado y Joan Baptista Humet años 70 |
Producción artística
En 1970 edita sus primeras canciones, en singles y con la compañía Columbia, entre ellas destaca Gemma dedicada a su hermana pequeña, enferma de poliomielitis, que representa su primer gran éxito y que se ha convertido en un clásico de la canción en catalán. Ha sido considerada como una de las 100 mejores canciones en lengua catalana del último siglo por la revista Enderrock. Otra de las canciones publicadas en esta época es Kristine, con esta canción Kristine obtiene el premio Dorna de Vigo en 1971.
En 1973 se edita su primer LP, también con Columbia, el disco se titula Fulls (Hojas), todas las letras y músicas son propias y los arreglos de Josep Maria Bardagí. Este primer disco, basado en la experiencia vivida en un barrio marginal de Tarrasa, donde impartía clases, refleja bien su carácter idealista y apasionado y ya muestra la gran calidad como autor y músico, que después va a demostrar en cada uno de sus trabajos publicados.
Tanto en su infancia y adolescencia como en su edad adulta convive con el bilingüismo, por lo que compone de manera natural tanto en castellano como en catalán, así en 1975 edita su segundo disco, esta vez en castellano y con la compañía Movieplay, lo titula Diálogos y en él intervienen como arreglistas Josep Maria Bardagí y Francesc Burrull. Este trabajo tuvo gran éxito en España y en México, y en él se encuentra una de sus canciones más carismáticas y que más fama ha conseguido Que no soy yo.
En 1977 publica con Movieplay un trabajo con un contenido de mayor dureza y compromiso social, Aires de Cemento, donde incluye temas sobre la realidad social de aquel momento, como Un Barrio, Compañero, Regresarás, junto a otros de extraordinaria delicadeza y sensibilidad como A Contraluz y su canción emblemática Terciopelo, que le acompañó después durante toda su carrera profesional.
En su siguiente disco vuelve a la composición en catalán, con Movieplay en 1979 publica Fins que el silenci ve (Hasta que el silencio llega) y que el propio autor considera como su trabajo más elaborado, su mejor obra y en la que se sumerge en una profunda espiritualidad. Los arreglos son de Jordi Vilaprinyó y lo presenta en el Palau de la Música catalana, en aquellos momentos era el templo de la canción de autor. Esta obra fue compuesta con un planteamiento musical muy novedoso (se trata de una suite de 35 minutos), interviniendo 30 músicos en su interpretación.
El tema principal comienza con una estrofa que resume la filosofía de este trabajo: I així com l’home té por i es destrueix per no escoltar la vida, així la vida el persegueix, el fa parar i el crida. Fora del temps, allá on les coses son simples moments i no hi ha angoixa (Y así como el hombre se asusta y se destruye por no escuchar la vida, así la vida lo persigue, lo detiene y lo convida.Más allá del tiempo, allí donde las cosas son simples momentos y no hay angustia).
En 1981, cambia de compañía discográfica, fichando por una multinacional, RCA. Publica uno de sus trabajos que más fama y reconocimiento le han dado a Joan Baptista Humet, Hay que vivir, donde recoge temas como Vaya con la vida, El extranjero, Dama de una noche, Hay que vivir y, sobre todo, Clara.
La canción Clara trata sobre el drama de las drogas, reflejada en la vida de una joven, de la destrucción que representa en todos los sentidos. Esa canción tuvo un gran éxito en España y a la vez le abrió las puertas de Iberoamérica. Con Clara, Joan Baptista Humet alcanza los primeros puestos en las listas de éxitos de 1980 y se convierte en un artista inolvidable.
Su siguiente trabajo, Amor de aficionado (RCA, 1982), es un disco lleno de recuerdos, compuesto en Navarrés, su pueblo valenciano. Los temas de mayor repercusión fueron A mi adolescencia, Volvió, Otoño en Navarrés y, un tema fundamental, Yo no podría vivir sin ti. Los arreglos de este disco corrieron a cargo de Rafael Pérez Botija y fue grabado en los estudios Sonolad actuando como ingeniero José Antonio Álvarez Alija.
El último disco publicado en este período es Sólo soy un ser humano, en 1984, y también con RCA, que recoge temas como Ana pregunta por ti, Entramos en Acuario, La hora de las brujas y Hoy la vi, pero la canción más conocida es la que da título al disco, Sólo soy un ser humano.
En 1986 la absorción de la compañía RCA por otra multinacional, Ariola, que impone sus nuevas reglas y políticas, anteponiendo a sus artistas sobre los de la compañía absorbida, impulsan a Humet a plantearse un período de descanso y alejamiento temporal de la industria musical y de la música.
Durante este período decide trabajar en temas de formación de empresas, lo que le llevó a distanciarse cada vez más de la música y al abandono del arte y de la composición.
Sin embargo en 2001, tras quince años alejado de la música, vuelve a componer y a crear canciones, que dan su fruto en 2004 con la publicación de un nuevo trabajo, Solo bajé a comprar tabaco, editado con su propio sello discográfico Validance, grabado en Barcelona con arreglos de Josep Mas “Kitflus”. En el disco participan músicos de renombre, como David Palau, guitarrista del grupo de Alejandro Sanz, el percusionista Roger Blavia, integrante del grupo de jazz de Kitflus, el acordeonista Maurici Villavecchia o el guitarrista Miguel Pino.
En este último disco Humet mantiene su estilo apasionado y realista, presentando canciones llenas de amor, de ternura, de ironía y de denuncia social, con melodías límpias y armoniosas, interpretadas por la voz cálida y llena de matices que siempre ha caracterizado a este artista.
El tema primero y principal se titula El Regreso, donde el autor reflexiona e intenta explicar el significado de una huida y un difícil regreso donde resume con unos breves versos el espíritu de un cantautor: Ay, señor compositor y desaparecido, ¡que puede haber en los motivos de un desertor!….Ay señor compositor que has vuelto del olvido, ¡que puede haberle convencido, si no es amor! (Joan Baptista Humet).
Presentación Personal
Como mi madre tenía plena confianza en su cuñado Agustín, médico titular de su pueblo, fue allí a parir a tres de sus diez hijos. Uno de ellos era yo.
Nací la noche del 4 de enero de 1950, en Navarrés, un pueblo agrícola del interior de Valencia. Volví en brazos de mi madre a Terrassa, la ciudad donde vivía la familia, ya numerosa por aquel entonces.
Mi padre era industrial de tejidos, tenía una fábrica de pañería que no resistió los embites de la crisis industrial catalana de finales de los 50 y tuvo que venderla. Creo que fue entonces que él empezó a sentirse libre.
Estudié once años en las Escuelas Pías de Terrassa. Acabé el Preuniversitario y en 1968 me fui a Barcelona, a 30 kilometros de allí, a estudiar Arquitectura. Llegué a tercero de primero. Es decir, repetí curso por dos años. Yo tocaba algo la guitarra, y seducido por el arte de Joan Manuel Serrat, que entonces emergía, junto a otros cantautores, como una isla bellísima en un mar de mediocridades de la España de la pandereta, decidí que quería dedicarme de lleno a la música, a componer y cantar mis canciones como ellos.
Reconozco que mis padres debieron sufrir cuando les anuncié que dejaba la carrera, pero hoy valoro el respeto y la confianza que mostraron hacia quien no era sino un chiquillo.
A los 18 años, en octubre de 1968, canté por primera vez, en un teatro de Terrassa. Fueron tres canciones junto a Serrat, y ahí me acabé de decidir. Todo estaba por hacer, pero ante mí solo se abrían posibilidades, magníficas posibilidades de actuar en directo en el contexto de la llamada cançó catalana.
Conocí entonces a Lluís Llach, y estuve actuando a su lado como telonero por dos años. En 1970, Columbia, una compañía de discos, me propuso mi primer contrato discográfico. Fue la época de temas escritos en catalán como Gemma, Busco una flor, Tonades, etc., y luego un long play llamado Fulls.
Eran temas de un adolescente con una gran carga de amor y sufrimiento encima. Creo que me subí, como tantas otras personas, a un escenario para vencer mi propia timidez. Yo era idealista, apasionado y sufriente por naturaleza. Pese a todo eso, Gemma se convirtió, en Catalunya, en un clásico de la canción de autor, de estilo indefinible y tierno.
En 1973 fui a hacer el servicio militar a Palma de Mallorca. Allí conocí a Loli, la mujer con la que me casaría dos años más tarde. Con ella tuve dos hijos, Joan y Esteve, aunque por respeto a ella, en casa se habló siempre castellano. Así había sido siempre en mi niñez; en casa de mis padres se habló castellano por idénticas razones, y era lógico pensar que yo acabaría componiendo canciones en castellano. Y así fue: la mili, junto a Loli, fue el escenario perfecto.
De ahí nació Diálogos, mi primer disco en lengua castellana, que grabé para Movieplay. El disco empezó a sonar con fuerza, primero en España y luego en México y algún otro país de latinoamérica. Destacó un tema por entre los demás, Que no soy yo, que le abrió muchas puertas a una pareja de recién casados sin otro equipaje que la confianza en el futuro.
Grabé luego, en 1977, un disco llamado Aires de cemento, menos jovial y positivo que Diálogos, pero más denso de contenidos, con un mayor compromiso social, según soy capaz de entender ahora. En ese disco sobresalía un tema que canté luego durante toda mi carrera: Terciopelo.
De ahí pasé de nuevo al catalán, con un trabajo que marcó la iniciación de un nuevo Joan, más preocupado por temas relacionados con la trascendencia y religiosidad del ser humano. Fue el que yo considero el trabajo más conseguido, más elaborado, el mejor disco que he compuesto en mi vida, llamado Fins que el silenci ve (Hasta que llega el silencio), con el que me presenté en el Palau de la Música catalana en 1979, entonces el sancta sanctorum para los cantautores.
Fue un tipo de obra, de planteamiento musical (una suite de 35 minutos), que sólo era posible realizar bajo dos supuestos: cuando tienes mucho poder en una compañía… o cuando interesas tan poco que te dejan a tu aire. Sea como fuere, el disco está ahí, se pudo grabar, y es un disco de culto para un tipo de gente que me interesa mucho: personas que se buscan a sí mismos, que saben que hay algo trascendente en el ser humano que va más allá de lo evidente. Si en su momento el disco tuvo poca difusión, sé que en la actualidad hay compañías que intentan reeditarlo. Ojalá, porque hoy ese mensaje tiene mucha más cabida que hace 25 años.
A continuación, en 1981, cambié de compañía discográfica y me fui a RCA, una multinacional. De la mano de Rafael Pérez Botija y Manolo Díaz, como productores, grabé un disco definitivo en mi carrera, Hay que vivir. Era la primera vez que grababa fuera, en Londres, y todo era nuevo para mí. Fue un buen trabajo, una espléndida producción que recogió temas como Hay que vivir, Vaya con la vida, El extranjero, Dama de una noche y, sobre todo, Clara. Esa canción me ha acompañado siempre, desde entonces, y me permitió viajar a América en años sucesivos.
A continuación grabé Amor de aficionado, un disco lleno de recuerdos, un exorcismo personal, un disco que compuse en su mayor parte recluido en Navarrés. Los temas de mayor repercusión fueron A mi adolescencia, Volvió, Otoño en Navarrés y, sobre todo, Yo no podría vivir sin ti.
El último disco de aquella época fue Sólo soy un ser humano, que grabé en 1984. Fueron cuatro semanas espléndidas, grabando en Madrid de la mano de Kornell Kovack, un arreglista yugoslavo que, a pesar de las dificultades de idioma, entendió las canciones plenamente y les sacó todo su partido. El disco recogió temas como Ana pregunta por ti, Entramos en Acuario, La hora de las brujas y Hoy la vi, aunque la canción más conocida fue la que dio título al disco, Sólo soy un ser humano.
En 1986 presenté un nuevo disco a RCA. Fueron tiempos difíciles para mí. Ariola, otra multinacional, absorvió a mi compañía y fui llamado por el nuevo presidente de la sociedad resultante. Me dijo que había overbooking de artistas, que con otros cantautores provinentes de Ariola cubrían el cupo. Me dijo que dado que me debían dos discos, estaban obligados a grabarlos, y que para ello había pensado que el productor ideal para mi disco, que ni se dignó escuchar, era… un productor de flamenco. Ante una maniobra tan burda, a pesar de mi amor al flamenco, le pedí la carta de libertad, que me concedió con gusto.
Por aquel entonces yo estaba algo cansado de luchar contra mis propios molinos de viento, y decidí alejarme de la música por unos meses. Luego los meses fueron años.
En los años sucesivos monté una empresa especializada en temas de formación para empresas. Loli y yo nos separamos; vi crecer a mis dos hijos a cierta distancia. En 1989 me enamoré de Pier, mi actual pareja, con la que tuvimos a Pierangela, hoy con 10 años, que está fascinada con la llegada de Adrià, su tercer hermano, prevista para diciembre de este año, de 2004.
Nunca en todo este tiempo sentí morriña por la música. Ni siquiera en 2002, cuando, fruto de algún arrebato inexplicable, me puse de nuevo, en silencio, a componer. Hoy he creado mi propio sello discográfico, Validance”, desde donde he producido Sólo bajé a buscar tabaco.
El cd lo he grabado en Barcelona, en los estudios BmasB, con arreglos de ese excelente pìanista y arreglista que es Josep Mas “Kitflus”. En el disco han participado músicos de renombre, como David Palau, guitarrista del grupo de Alejandro Sanz, el percusionista Roger Blavià, integrante del grupo de jazz de Kitflus, el acordeonista Maurici Villavecchia o el guitarrista Miguel Pino.
Corro yo solo con el riesgo de mi vuelta, pero es también una aventura que me apasiona; me permite ser totalmente libre, como cuando mi padre se vendió la fábrica por cuatro duros. Algo que nunca fue posible en mi anterior etapa, y que seguramente condicionó mi marcha.
Es curioso: empecé en 1968, con 18 años. Canté hasta 1986, durante 18 años. Y ahora, 18 años más tarde, vuelvo al tajo. Que dure. – FUENTE:
Autobiografía
En 1968 yo estudiaba en Barcelona, en la escuela Superior de Arquitectura, junto a la Diagonal. Recuerdo, sobre todo, la espléndida vista de la ciudad, abierta al mar, desde el último piso, que ocupaba por completo la cafetería. Allí es donde pasé las más y mejores horas de aquellos tres años. Años difíciles, contagiados del mayo de París en un continuo correr por entre las facultades ante los grises, las fuerzas policiales de aquella época.
En realidad, correr corrí poco, porque yo no era un manifestante auténtico. Nunca me han gustado demasiado las aglomeraciones, siquiera estudiantiles; nunca he sido valiente en ese sentido. O quizá he preferido otras vías de compromiso.
Pero la cafetería sí la frecuentaba, y allí pasé horas interminables discutiendo sobre el régimen del dictador Franco (mirando de reojo la mesa contigua, por si las moscas) o escribiendo mis primeras canciones. Todo con tal de no volver a la pensión (ese nombre es incluso excesivo para aquel caserón sombrío de la avenida República Argentina), donde sólo podía hacer algo mejor que dormir, dado que estudiaba poco o nada: tocar la guitarra.
De hecho, la pensión la elegí yo, con lo que hoy llego a la conclusión de que mi adolescencia se adornó de puestas en escena tendentes al dramatismo, al fatalismo romántico del siglo XIX. Esas escenificaciones son típicas de las personas con pretensiones trascendentes. Y yo, no me pregunten por qué, yo las tenía.
En mis primeras canciones morían personas (principalmente y de forma recurrente mi padre), y en ellas el amor aparecía como algo puro, blanco (es decir, sin derecho a roce). Estas últimas las cantaba ante mi madre, que gustaba de tales concepciones. A lo largo de muchos años de mi vida he tenido que luchar (y no digo yo que haya ganado la batalla), entre la realidad como opción y la concepción ideal de las cosas, de los instintos y los sentimientos.
En aquellos momentos mis canciones reflejaban algo que hoy me produce ternura: a duras penas intentaba liberarme de los influjos familiares, de mi educación pequeño burguesa, expresión muy de aquella época. Con ese bagaje en negativo, de desandar camino, me presenté un día ante Lluís Llach, las canté, y al parecer, superé la prueba, porque le acompañé luego a lo largo de dos años, como explicaré más adelante.
Pero antes, con esas mismas canciones, que el entrañable Salvador Escamilla rechazó para su programa Radioscope de Radio Miramar por tristes -en sus propas palabras- había tenido acceso al manager de un entonces prometedor Joan Manuel Serrat, y me había aceptado que cantara tres de ellas en un recital que dió en octubre de 1968 en Terrassa, mi ciudad. Esa fue mi primera aparición en público, y nunca les estaré suficientemente agradecido a Serrat y a su agente, el inefable Lasso de la Vega.
Por aquel entonces, no era raro que los cantantes que empezaban a funcionar ante auditorios serios y aún iban cortos de repertorio, dieran cabida a un cantante local para que rellenara, como telonero, el espectáculo, aligerando la responsabilidad del protagonista. A la vez, era una espléndida oportunidad para quien, de otra manera, no podría nunca estrenarse ante una platea llena.
Creo que algo en mí aprovechó la ocasión en aquel teatro. Más allá de los condescendientes aplausos del público, esa noche de otoño decidí que quería ser artista. Saludé fugazmente a Serrat (ahí empezó un proceso de fascinación que duró largos años), y al volver a casa reordené las canciones, compuse algunas nuevas, y conseguí un par de direcciones de Barcelona. Una de ellas era el piso-despacho de Núria Batalla, comanager, con Joan Molas, de Lluís Llach.
Llamé, me citaron para una prueba, y cuando una mañana me presenté con la guitarra, me abrió la puerta el propio Lluís, que también esperaba a Núria. Le puse al corriente, me hizo pasar y, creo que ante la eventualidad de una espera demasiado larga, él mismo decidió realizar la prueba. Me dijo que cantara y agarró lápiz y papel.
Después de media hora me dijo que ya era suficiente. Yo había pasado un mal rato extraordinario, pero él estuvo sumamente correcto, cálido, y me lo puso fácil. Finalmente me dijo que sí, que le gustaría que yo cantara con él.
Me sentí un triunfador, le di la mano y me volví, radiante, a la pensión, con mi guitarra valenciana. Antes de dejar el piso pude echar una ojeada a las anotaciones de Lluís: eran simplemente puntuaciones, al estilo del bachillerato. Fueron mis mejores notas de aquel año.
Aparentemente, había ganado mi primera batalla.Todo había empezado en el verano del 65, en Navarrés, el pueblo valenciano donde, casi por azar, yo había nacido con la llegada del medio siglo. Mi abuelo era músico aficionado, tocaba varios instrumentos, y en tiempos había puesto en marcha la banda musical del pueblo. El tío Batisté, como se le conocía en el pueblo, me transmitió su amor por la música en sesiones entrañables de violín durante los veranos que yo recalaba en Navarrés, que eran todos. Cuando él tocaba era un pequeño acontecimiento, y aún era más fascinante verle afinar con aquel mimo el instrumento que guardaba en un estuche negro sobre el armario de su despacho.
Todo lo que vale cuesta, dicen. Ahorré 700 pesetas dando clases de matemáticas a peores estudiantes que yo, y me fui a Xàtiva (entonces Játiva), a 30 kilómetros, a comprarme una guitarra. Recuerdo perfectamente el olor de la madera y la marquetería de marfil, más que su propio sonido. Mis recuerdos son más sensoriales, sinestésicos, que auditivos o visuales.
La cuestión es que subí al autocar que iba a Játiva, compré la guitarra española, con su funda de lona a cuadros escoceses… y perdí el autocar de vuelta al pueblo. Tuve que hacer el camino medio andando, medio en autostop, bajo una borrasca veraniega típica de aquellos lares. Llegué calado a casa, pero feliz con mi trofeo y el olor a carretera fresca y a lona sobre mi hombro.En esa primera guitarra descubrí donde estaba el do, el mi, el la, etc. Mi abuelo Batisté me enseñó mis primeros tres acordes, tónica, dominante y subdominante. Esa misma noche construí una melodía. Era un ripio, pero a mí, aterido bajo la manta, me pareció maravillosa. Era mía.
Batisté murió antes de saber que un día un nieto le iba a tomar el relevo. Que yo iba a ser el primero, pues luego también mis hermanos Agustí y Jordi se iban a dedicar en cuerpo y alma a la música, así como algunos de sus propios hijos. Agustí se decantó por el teatro y el music-hall (hoy es director de la delegación de l’Institut del Teatre en Terrassa), y Jordi ha sido concertista de violín y concertino de diversas orquestas, y hoy empieza a destacar internacionalmente como tenor verdiano.
Pero en aquel otoño del 68, feliz y de vuelta a la soledad de mi cuarto en la Republica Argentina, cantando L’estaca de Lluís Llach por lo bajini, todo eso estaba por llegar. –
Falleció en su casa de Barcelona la noche del 30 de noviembre de 2008 víctima de un cáncer de estómago que le había sido diagnosticado un año y medio antes, fue enterrado en su población natal: Navarrés.
Familiares y amigos del cantautor le despiden en Navarrés. / Irene Marsilla. |
El 16 de diciembre de 2008 sus compañeros de profesión le rinden homenaje en un concierto colectivo que tiene lugar en el recinto del Sant Jordi Club de Barcelona.
Joan Manuel Serrat, Joan Isaac, Maria del Mar Bonet, Joan-Eloi Vila, Ana Belén y Marina Rossell en el concierto-homenaje a Joan Baptista Humet el 16 de Diciembre de 2008. |
La escribió tres días antes de su muerte
Carta póstuma de Joan Baptista Humet
Publicamos el texto íntegro de la carta que el trovador dejó escrita para ser leída en el concierto-homenaje del pasado 16 de diciembre
Queridos compañeros,
Discografía
- Gemma/El Llaurador (SG, Columbia 1970)
- Busco una flor/Tonades (SG, Columbia, 1970)
- Kristine/No m´importara pas gens (SG, Columbia, 1972)
- Fulls (LP, Columbia, 1973)
- Diálogos (LP, Movieplay, 1975)
- Aires de Cemento (LP, Movieplay, 1977). Acompañado en dos piezas por Música Urbana.
- Fins que el silenci ve (LP, Movieplay, 1979)
- Hay que vivir (LP, RCA, 1981)
- Amor de aficionado (LP, RCA, 1982)
- Solo soy un ser humano (LP, RCA, 1984)
- Solo baje a comprar tabaco (CD, Validance, 2004)
Bibliografía
- Fernando González Lucini: Y la palabra se hizo música. La canción de autor en España, Ed Fundación Autor, 2006.
- Martí López Vila:Joan Baptista Humet, Cantant a la Tristesa. Enderrock nº 90, abril de 2003.
- Diego Manrique: Un país de música: los años del 600 (II). Diario El País, Gran Vía Musical de Ediciones S.L. 2002.
Enlace: ASOCIACIÓN AMIGOS DE HUMET
A Joan Baptista Humet. Homenaje de sus compañeros artistas y canciones inéditas
por María Gracia Correa el 14/06/2016
Agustí Humet —hermano de Joan Baptista— y Lluís Marrassé, impulsor del proyecto, en la presentación de prensa de «A Joan Baptista Humet». © Xavier Pintanel |
Al acto de presentación del disco asistieron invitados de distintas esferas que expusieron las múltiples facetas de esta publicación. Cada uno en su ámbito fue resaltando la figura de Joan Baptista Humet y la importancia de que este disco haya podido ver la luz. Una de las personas que han hecho posible que este proyecto sea una realidad es José Ramón Pardo, periodista que ha dedicado casi toda su vida al mundo de la música y que en la actualidad es director del sello discográfico Rama Lama Music, responsable de esta edición.
También estaban presentes representantes del Ayuntamiento de Tarrasa, organismo que ha apoyado el proyecto, y de la asociación AFANOC contra el cáncer infantil, que es la organización a favor de la cual se destina lo recaudado por la venta del disco. En un plano más personal, dirigieron unas palabras a los asistentes su hermano Agustí Humet, Núria Feliu y Paco Martínez Climent, presidente de la asociación Amigos de Humet, de Navarrés, donde cada año se rinde homenaje al cantautor con una edición del Festival de Canción de Autor “Otoño en Navarrés”. Entre el público se encontraba su familia y muchos compañeros, amigos y admiradores.
A Joan Baptista Humet guarda absoluta fidelidad a la esencia del concierto que tuvo lugar en su memoria en 2008. Cada uno de los artistas que participó en el espectáculo ha grabado su interpretación en estudio para su inclusión en el disco con la mayor calidad. El libreto recoge los textos de las canciones y viene ilustrado por fotografías tomadas durante el concierto por Juan Miguel Morales, artista de la fotografía que supo captar al detalle el ambiente emocional que se vivió aquella noche y reflejarlo en el magnifico reportaje gráfico que aparece en el cd. La portada hace referencia a su último trabajo: Sólo bajé a comprar tabaco, mediante una fotografía cuyo autor es Xavier Pastor Heredia.
José Ramón Pardo, periodista que ha dedicado casi toda su vida al mundo de la música y que en la actualidad es director del sello discográfico Rama Lama Music. © Xavier Pintanel |
Dos de las canciones más emblemáticas de Joan Baptista Humet aparecen por partida doble, así Clara abre el disco en la voz de Ana Belén acompañada al piano por David San José, y un poco más adelante Marina Rossell interpreta Gemma, con el piano de Xavi Lloses y las guitarra y mandolina árabe de Eduard Iniesta. Posteriormente ambos temas volverán a aparecer en el disco, unidos en una interpretación instrumental de Pegasus, grupo de jazz constituido por Santi Arisa, Rafael Escoté, Josep Mas “Kitflus” y Max Sunyer, autores que tantas veces trabajaron a su lado. Entre estos dos emblemas una joya menos conocida por el público en general, que para mí es una de sus composiciones más importantes: Fulls, la compuso en su juventud y dio nombre a su primer LP. La voz de Joan Manuel Serrat en compañía de Ricard Miralles y Josep Mas “Kitflus” le devuelve en este disco toda la sensibilidad que el autor dejó en un texto y una música de una belleza extraordinaria. Víctor Manuel, al igual que Serrat demuestra su maestría y su cariño hacia Humet dejando en su interpretación de Layetana abajo toda su fuerza y determinación en un tema tan valiente y conmovedor.
El disco consta de 14 pistas, todos los temas incluidos, compuestos por Humet a lo largo de su carrera, son muy representativos de su obra, algunos de ellos en catalán y otros en castellano en reconocimiento de su bilingüismo. Todos sus discos tienen representación en este homenaje a excepción de Amor de aficionado. Los artistas que han participado simbolizan distintas visiones de la canción y de la música, son tan diversos como lo es la obra de Humet. Nunca pudieron etiquetarlo, y a su obra tampoco, José Ramón Pardo en la presentación del disco Hay que vivir, habla de J. B. Humet como de un cantautor, pero de un cantautor de su tiempo, que no podía quedarse parado cuando todo a su alrededor cambiaba, que iba siempre hacia adelante sin mirar atrás más que para recordar, y nunca para repetir.
Joan Isaac, en compañía de Joan Eloy Vila, Enric Colomer y Josep Maria Francino, interpreta Busco una flor, uno de los primeros temas publicados por Joan Baptista Humet en 1970 junto a Tonades con arreglos de Francesc Burrull. Este single junto a otros dos más le abrirían la puerta a la publicación de su primer disco de larga duración. Joan Isaac canta Busco una flor y nos transmite toda la ilusión juvenil que Humet puso en ella, esa búsqueda constante de la amistad, del amor, de su lugar en un mundo que empuja a la soledad.
Maria del Mar Bonet con el piano de Dani Espasa le rinde homenaje con una canción increíblemente sensible e intimista, una pieza excepcional que el autor incluyó en Fulls: Si te me’n vas, es interiorizada por la artista mallorquina y nos la ofrece como la joya que es, aportándole su estilo tan personal y característico. Esta canción ha sido únicamente interpretada con anterioridad por Gemma Humet y se encuentra incluida en su disco Si canto enrere.
La interpretación instrumental de Joan Eloy Vila y Enric Colomer, nos traslada a unos años en los que Humet nos regalaba el último trabajo antes de su retirada, el disco que llevaba por nombre Sólo soy un ser humano (1984), en él se incluían verdaderas maravillas como Ana pregunta por ti, Hacer amigos, Nada tengo que no seas tu y el tema que daba nombre al álbum: Solo soy un ser humano, piezas extraordinariamente cercanas a la realidad del momento, con las que nos dijo adiós por un período de tiempo que a sus seguidores se nos hizo eterno.
Moncho y Dyango cantan respectivamente Terciopelo y Que no soy yo, dos de las canciones probablemente más populares de Joan B. Humet, cada una de las cuales nos lleva a sus distintas épocas y circunstancias, Que no soy yo aparecería en el año 1975 en el disco Diálogos, Terciopelo forma parte del disco Aires de cemento (1978). Quizá responden a la faceta más melódica del artista, de cualquier manera tanto Moncho (con Antoni-Olaf Sabater, Robin Reyes y Bárbaro Torres) como Dyango (con Joan Albert Amargós) las llevan a su terreno y nos las ofrecen con su sello personal.
Entre ambas encontramos Fins que el silenci ve, la canción que le dio título a la obra más ambiciosa y más desconocida de Joan Baptista Humet, que fue publicada en 1979. Varios artistas nos ofrecen su interpretación en este homenaje, en primer lugar es Núria Feliu quien recita el texto teniendo como fondo sonoro el piano del maestro Francesc Burrull. Seguidamente es entonado por Jordi Batiste acompañado al piano por Lluís Llach. Unas interpretaciones de lujo, que demuestran la complejidad y profundidad de este tema. Fins que el silenci ve es un disco de culto para los admiradores del artist
El disco homenaje incluye dos canciones inéditas, muy diferentes entre ellas, una está escrita en catalán, data de la época de Fulls. Cuando Joan Baptista Humet publicó ese disco tenía 23 años, cada una de las canciones incluidas en aquel primer trabajo es una joya que caracteriza a un autor único, también lo es este París, tardor de l’any 73. La voz de un joven Humet llena de emoción un texto y una melodía que solo un genio como él podía haber hecho, y más a una edad tan temprana. Es de agradecer el hecho de que se haya incluido en este disco para que sus admiradores podamos disfrutarla. Acompañan al cantautor en esta canción: Josep Maria Bardagí, Josep Maria Alpiste, Jordi Clua y Santi Arisa.
La segunda canción inédita incluida es también un gran regalo, un tema que está en el polo opuesto, Carta sin remitente es interpretada por Joan Baptista Humet con el acompañamiento de Josep Mas “Kitflus”, Miguel Pino y Roger Blàvia. Denota un Humet que lleva un largo recorrido a sus espaldas, que dejó el mundo de la canción desencantado y que regresó en 2004 con la publicación de Sólo bajé a comprar tabaco. Carta sin remitente quedó fuera, es un tema en el que el cantautor se aferra a sus recuerdos, a la carrera artística que abandonó y es consciente de la importancia que tuvo en la vida de tanta gente. Esa carta de la que habla, solo sería un pequeño testimonio de tantas personas que lo buscaron. Se dejó encontrar, supo que no estaba solo, y su respuesta fue El regreso.
El día 16 de Diciembre de 2008, en el Sant Jordi Club de Barcelona, se le rindió un gran homenaje al que no pudo asistir; nos había dejado dos semanas antes, pero él sabía que aquel recinto se desbordaría de gente que lo quería, de compañeros artistas que cantarían por él, de amigos conocidos y desconocidos. Estuvo en cierta manera en el concierto, como lo está en este disco. A Joan Baptista Humet, ha sido publicado en 2016 por Rama Lama Music, los beneficios recaudados por su venta están destinados íntegramente a la fundación AFANOC dedicada a los niños con cáncer. Para el público en general es un disco precioso cuya compra es un forma de solidaridad hacía los niños enfermos de cáncer y sus familias; para los admiradores de Humet representa, además, un necesario reconocimiento a nuestro cantautor. – FUENTE:
Concierto homenaje a Joan bautista Humet en Navarrés, donde sus Amigos interpretaron canciones de él.
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